miércoles, 29 de junio de 2011

Vinos en el Nuevo Mundo

Marineros, Piratas y Corsarios a la Mar…

Hace poco más de quinientos años, Cristóbal Colon se lanza a la mar ignorando que su viaje hacia las Indias, seria frustrado porque se le interpondría un obstáculo natural infranqueable para ese entonces, se trataba de un continente descocido para la cultura occidental de la época. Él y sus tripulantes, son inconscientes de que “han destruido para siempre el paradigma medieval de que la tierra era plana”. A partir de ese momento, un frenesí de marineros, piratas y corsarios de diferentes nacionalidades europeas, se valen de sus adelantos tecnológicos de carácter militar, para conquistar los nuevos territorios. 

Durante aquel periodo de conquista, colonización, intercambio y fusión cultural; Riquezas y tesoros de toda clase, son enajenadas en beneficio de los Estados vencedores en la contienda. Sin embargo, no todo era pérdida, ya que del viejo continente zarpaban algunos barcos que atravesaban la inmensidad del océano llevando entre su carga, frágiles y nobles tesoros; me refiero a las primeras vides que comienzan su arribo hacia Oceanía, América y sur de África. Con el inicio del cultivo de la uva, se coloca la piedra angular de lo que se conoce como “Vinos del Nuevo Mundo”.  

Un nuevo mundo, América

Una geografía de grandes contrastes, microclimas diversos, exuberante pluriculturalidad, un cierto caos social, desborde gastronómico, la inexistencia de cepas pre-establecidas y la escases de métodos específicos para vinificación. Hacen del Nuevo Mundo un inmenso laboratorio, donde se produce desde fermentos que no dan la talla como para ser llamados vinos, hasta inigualables caldos de alta gama, que suelen elevarse hacia lo artístico y casi divino.

Desde hace varias décadas, el continente americano viene sorprendiendo al mundo, ya que se ha dedicado a ensamblar vinos sin seguir patrones y normas, la regla es que no hay regla, se ha optado por entremezclar todo tipo de cepas, experimentar con diferentes climas y geografías, bajo el método prueba y error. De esta manera es que cada país ha podido determinar sus mejores regiones para cultivar y encontrar las cepas que le resultan en mejores vinos, muchas de ellas ahora son reconocidas como emblemáticas, tal es el caso del Tannat Uruguayo, el Malbec Argentino, Carmenére y Cabernet Sauviñon en Chile, El vino de hielo, elaborado a base de uva Vidal en Canadá, o los denominados “Vinos de Altura” en Bolivia. 

A diferencia de los vinos producidos en el viejo mundo, en América son muy pocos los caldos que salen al mercado utilizando una “Denominación de Origen” para definirlos, aquí lo que prima es la mixtura y la experimentación según el libre albedrio de los bodegueros, así que se les llama “Vinos Varietales”, debido a que la indicación principal que define al vino en la etiqueta, es el tipo de uva, o la pluralidad  principal de uvas que se han utilizado en el ensamblaje de un caldo, veamos:

En el caso de que sea una única cepa principal, esta no debe tener una participación inferior al ochenta por ciento, sin embargo, tenemos también el caso de los bi-varietales, que es cuando se ha utilizado de manera ecuánime dos cepas principales para el ensamblaje, finalmente están los tri-varietales, que como su nombre indica, son tres los tipos de uva primordial.

Todo este rollo, por supuesto no quiere decir que todo el vino ha sido elaborado unicamente con las cepas que aparecen en la etiqueta, sobre todo si se habla de  varietales, ya que en mucha menor medida, cada enólogo suele utilizar diferentes tipos de uva. A modo dar unos ejemplos;  hay cepas que son especializadas en darle un determinado color al caldo resultante y se conocen popularmente como uvas tintoreras, también se puede utilizar una determinada variedad uva para mejorar el cuerpo o el aroma, en fin, las disponibilidad de cepas y la pericia del enólogo son los límites que tiene  cada bodega, al momento de ensamblar sus caldos.

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