jueves, 2 de abril de 2020

El Mercado del vino en Bolivia al 2020

Cata de vino, principios de siglo

El presente no es un documento académico, es producto del conocimiento que he adquirido durante las últimas dos décadas trabajando en la industria, se trata de mi perspectiva sobre el mercado del vino boliviano y sus proyecciones a futuro.

Producción

La producción nacional de vino de hace 20 años no abastecía el mercado interno, cabe destacar que del año 2012 la producción boliviana se estimaba en 2.330 has. (Centro Latinoaméricano para de desarrollo Rural, Territorios con Identidad Cultural y Programa para el escalamientos de innovacionnes Rurales, 2012, pág. 8), ni tampoco hoy lo abastece, para el año 2018 la producción de Tarija abarcaba el 80% de producción nacional con una frontera agrícola de 3996 Has. (Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusamme- narbeit, 2018, pág. 13). Hace más de una década, el consumo per-cápita de vino era ínfimo (Opinión, 2012) y sigue siendo marginal (Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusamme- narbeit, 2018, pág. 16). A pesar de ello la mayoría de las bodegas tenían (y todavía algunas tienen), muchos problemas para colocar sus vinos en el Punto De Venta (en adelante PDV), y como si no bastara con ese obstáculo, era y sigue siendo necesario generar acciones comerciales y de marketing en los PDV para generar la consideración, compra y recompra.

Calidad

El vino boliviano tenía muy poca calidad, esto se debía fundamentalmente a que la filosofía de la mayor parte de los productores estaba enfocada hacia la producción de vinos masivos y baratos, por dos motivos, no se tenía el Know How necesario y si se tenía, el mercado boliviano no estaba maduro para este tipo de vino. Debido a esto, más de una bodega se vio al borde del abismo por tratar de subirle la vara a los paladares bolivianos, demasiado criollos para ese entonces y menospreciadores del made In Bolivia.

Paradigma

Motivados por el precio y la calidad de la producción nacional, el imaginario colectivo construye un paradigma[1]: el vino nacional es barato, pero de mala calidad, el vino importado tiene un precio elevado, pero por defecto es de calidad muy superior. Como consecuencia, el consumo de vinos de calidad en su mayoría lo vienen acaparando las etiquetas importadas. A pesar de que las importaciones se redujeron un 43% desde 2012 a 2018, como contrapartida, se ha incrementado el contrabando abasteciendo el 34% de la demanda  (Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusamme- narbeit, 2018, pág. 16), misma que depende las importaciones ya que la oferta nacional es insuficiente.

Debacle

Degustación de vino en SCZ 
En el orden cósmico nada se crea, nada se destruye, todo se transforma. Al respecto un adagio popular reza que; la desgracia de uno es la felicidad de otro, y eso fue lo que pasó con el denominado corralito argentino de 2001, el mercado boliviano en general y el mercado de Santa Cruz en particular (la principal plaza comercial del país por su poder adquisitivo y densidad demográfica), se vieron inundados de vino argentino de calidad a precio de gallina muerta. Sea por curiosidad o porque la ocasión hace al ladrón, los vinos llegaron al consumidor final y esto refino el paladar de los nacionales, muchos subieron la escala, quemaron las naves y emprendieron un viaje sin retorno hacia el universo vitivinícola de los vinos de calidad, aparecen y se multiplican los clubes de amantes del vino y se refuerza el paradigma: el vino boliviano es de mala calidad, en contrapartida el vino argentino es accesible y sobradamente superior al nacional.

Revolución

Bolivia hace 20 años no gravitaba y seamos sinceros, no gravita aún en el mapa vitivinícola mundial, lamentablemente este factor de manera cuantitativa no va a cambiar debido a que tenemos un viñedo pequeño. Según estimaciones varias, la frontera agrícola de la uva en Bolivia al 2019 estaba por encima de las 4.000 Has., mientras que Uruguay se situaba por encima de las 6.000 Has., Chile por encina de las 212.000 Has., y Argentina por encima de las 219.000 Has., y como vimos anteriormente, dependemos de las importaciones para atender la demanda interna. Sin embargo, cualitativamente estamos experimentando un golpe de timón, veamos:

Vinos ganadores del "Juicio de Paris"
Todo inicia en la década de los 70, hasta esa fecha los productores franceses habían construido el siguiente paradigma: 

“solo en suelo francés se podía hacer vino de calidad”

Por décadas estaban acostumbrados a mirar por encima del hombro al resto del mundo y que la mayoría de los demás productores acepten a regañadientes la consigna. 

Pero recibieron un baldazo de agua fría seguido de una descarga eléctrica cuando los vinos californianos los dejaron muy mal parado en el denominado Juicio de París (RENTER, 2016). En un abrir y cerrar de ojos se rompió el paradigma y los productores del nuevo mundo se atrevieron a desafiar el poderío europeo, iniciando de esta manera una revolución vitivinícola en el nuevo mundo.

En las Américas a los Estados Unidos le siguieron: México, Chile, Argentina y Uruguay, El benjamín de esta liguilla es Bolivia, resulta que hace poco más de un par de décadas algunas bodegas nacionales comenzaron a cambiar de manera pausada su filosofía de producción de vinos masivos a vinos de calidad, como esto es un proceso que requiere de años para que la vid tenga la edad suficiente para producir vino y además requiere de un aprendizaje continuo por parte de los bodegueros, es que recién a finales de la primera década del siglo XXI vemos los resultados y aparecen en el mercado los primeros vinos icónicos del país, iniciando un fuego cruzado y a discreción de largo aliento que se mantiene hasta la fecha con una intensidad en escalada, lo que ha permitido ampliar formidablemente el universo vitivinícola del país en los últimos años.

Adaptación

La mayor parte de las variedades de vid que existen en el mundo, han sido desarrolladas por selección artificial en Europa, las mismas durante siglos han evolucionado para adaptarse a determinadas condiciones de suelo, clima e intensidad lumínica. Los productores del Nuevo Mundo, a la sombra del decano de la vitivinicultura mundial, han importado en su mayoría variedades francesas. Mediante el método de prueba y error, han ido descubriendo las variedades que mejor se adaptan a sus viñedos. En Bolivia se están logrando grandes vinos con variedades como Petit Verdot, Marselan, Cabernet Franc, pero la joya de la corona es la Tannat, que por ahora es nuestro buque insignia. A la fecha …Muchos viñedos apuestan por la varietal Tannat para que le dé a Bolivia una identidad internacional especial (Pett, 2018). La Tannat ha desatado una carrera armamentista entre los productores, donde el gran ganador es naturalmente el consumidor. Hemos emergido como serios retadores del Tannat uruguayo, nada menos que la primera potencia mundial en la variedad.    

Altura

Sin una precisión meridiana (ya que todas las reglas tienen sus excepciones), el común denominador es que, tanto en el hemisferio norte, como en el hemisferio sur, las zonas tradicionales de producción vitivinícola se encuentran ubicadas entre los paralelos 30° y 50°, puntos intermedios entre los Polos y la Línea del Ecuador, zonas que se caracterizan por tener un clima templado y con determinada amplitud térmica en primavera y verano.

Viñedos de Casa Real
En nuestro caso, estamos fuera de la zona tradicional, sin embargo, conspira en nuestro favor que Bolivia sea un país con una súper loca geografía, esto se lo debemos a la Cordillera de los Andes, misma que atraviesa nuestro país de sur a norte dejando al descubierto un pasado geológico violento, y a nuestra proximidad con la mitad del mundo: El Ecuador. Producto de esta simbiosis tenemos zonas habitables y cultivables por encima de los 4000 m.s.n.m., es debido a estos dos factores que en varios de nuestros valles meso-andinos se generan las condiciones para poder producir la vitis vinífera, con la siguientes singularidades: En Bolivia la regla es la anomalía, tenemos pequeños viñedos asentados en el sur del país, zona del Chaco (frontera con Argentina), con un promedio de 600 m.s.n.m,, donde desde hace unos años se está produciendo uva para consumo fresco, por ahora (Yacuiba se consolida en la producción de uva de mesa, 2018). El resto de los viñedos están por encima de los 1600 m.sn.m., que no es un detalle menor, veamos:

Debido a nuestra cercanía con el “paralelo 0” y nuestra posición de altura, nuestras vides están expuestas a una mayor intensidad lumínica, mismas que como mecanismo de defensa ante el incesante bombardeo de la radiación Ultra Violeta, desarrollan una piel más gruesa, cabe destacar que la piel entre diferentes factores, contiene el aroma, el sabor, buena parte del tanino y el color del vino. Por otro lado, al contar con un clima sub andino, tenemos una mayor amplitud térmica en primavera y verano, lo que nos permite tener un periodo de maduración más extenso. Gracias a lo anterior, las vides que se adaptan a estas condiciones tienden a resultar en vinos muy generosos en aroma y sabor, además con acidez y taninos bien balanceados.

Singularidad

Si bien la producción nacional es limitada, la misma data desde la época colonial: Esta industria forjo un legado social cultural y económico que dejo profundas huellas y son parte de la identidad de la gente de esa región, y por supuesto de sus vinos (Roig, 2014). Actualmente nuestros bodegueros están dando pasos con pies de plomo en el mercado de los vinos de calidad, como es virtualmente imposible que lleguemos a exportar en grandes cantidades hacia los cuatro puntos cardinales del planeta, eso nos da las siguientes ventajas competitivas y comparativa: Somos un destino enoturístico con vinos exóticos (tomad nota expertos, exploradores y aventurero), por lo que para beber nuestros vinos habrá que viajar a Bolivia o en su defecto abastecerse en los pocos PDV (tiendas especializadas y restaurantes), que disponibilizaran nuestros vinos en el extranjero. Actualmente bajo ese esquema, bodegas como la cruceña: vinos 1750-Uvairenda y las tarijeñas como; Kohlberg, Kuhlmann, Aranjuez y Campos de Solana, cada una siguiendo un modelo de negocio propio han consolidado nichos de mercados fuera de nuestras fronteras, ahora el vino boliviano tiene presencia en Estados Unidos, Brasil, Europa y China, donde poco a poco comienza a servirse en bares y restaurantes (El experto holandés que creyó en el vino boliviano, uno de los mejores del mundo, 2018)

Despegue

En la última década la mayor parte de los vinos más emblemático del país han ganado una serie de medallas en concursos internacionales de alto prestigio, mismos que son avalados la OIV, y adicionalmente bajo la consigna de vinos exóticos y boutique han conquistado destacados PDV fuera de nuestras fronteras, como resultados los compatriotas que tenían la vista perdida en horizonte volcaron su mirada hacía el kilómetro cero. Por otro lado, muchos de los jurados internaciones quedaron sorprendidos porque ni siquiera sabían que en Bolivia se elaboraba vino. El benjamín de la liga va ganando prestigio y reconocimiento interno y externo, despertando la curiosidad y el interés (Once Másters of Wine realzaron los vinos tarijeños, 2018), lo que genera oportunidades de negocio, mismas que concluyo se van a ir concretando sin prisa, pero in pausa.

Umbral

Cata de vinos bolivianos
El vino made in Bolivia es hoy por hoy una cuestión de orgullo nacional, se ha invertido la tendencia, cada vez se vende más vino boliviano y menos vinos importados, el océano azul en el que navegaban tranquilamente las etiquetas de vino importado de mayor consumo en Bolivia, ven como de a poco las aguas se ponen turbulentas y se van tiñendo de rojo, el vino nacional ahora compite en todas las categorías del mercado con excelentes resultados (hace un par de décadas, era impensable que un vino boliviano tuviera un precio de bodega por encima de los 30 USD). En el pasado, el problema principal de la mayoría de las bodegas era colocar y hacer rotar el vino, en los últimos años, el problema de las bodegas que tienen etiquetas en el selecto grupo los vinos icónicos del país, son los quiebres de stock, problema virtuoso, pero problema al fin de cuentas. 

Motivados porque la demanda de estos vinos de calidad viene superando a la oferta, han tenido que limitar sus ventas y discriminar PDV´s. Contrario a lo que padecen muchas bodegas de Chile o Argentina, donde la consigna suele ser exportar o morir.


Conclusiones

  • La competencia y la diversidad es sana, todavía se tiene mucho por hacer en materia de I+D, por lo que en los próximos años veremos muchas más etiquetas nacionales.
  • El mercado interno es grande y todavía tiene mucho potencial, se debe de ampliar el consumo per cápita para mantener el mismo como un océano azul.

Recomendaciones

  • Las bodegas deben de recoger permanentemente información de los consumidores finales, para adecuarse a sus exigencias, perfiles, poder adquisitivo y gusto.
  • Se debe de incrementar la frontera agrícola de la vitis vinífera, haciendo foco en los vinos de calidad.
  • Se debe de potenciar la imagen del vino boliviano como algo exótico y como un tema de orgullo nacional
  • Las bodegas deben de dar el gran salto cuántico, identificando mercados naturales y mercados potenciales, para formar y enviar la primera camada de Export Managers.


Autor: Romano Paz


Centro Latinoaméricano para de desarrollo Rural, Territorios con Identidad Cultural y Programa para el escalamientos de innovacionnes Rurales. (2012). Valorizando y Articulando Territorios con Identidad Cultural y. La Paz.
Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusamme- narbeit. (2018). PEVI TARIJA 2040. La Paz. Obtenido de https://www.bivica.org/files/plan-estrategico-vitivinicola.pdf
El experto holandés que creyó en el vino boliviano, uno de los mejores del mundo. (28 de 09 de 2018). Notiamérica. Recuperado el 15 de 04 de 2020, de https://www.notimerica.com/sociedad/noticia-experto-holandes-creyo-vino-boliviano-mejores-mundo-20180928155503.html
Once Másters of Wine realzaron los vinos tarijeños. (9 de Abril de 2018). Diario El País. Recuperado el 2 de Abril de 2020, de https://elpais.bo/once-masters-of-wine-realzaron-los-vinos-tarijenos/
Opinión, D. (16 de Marzo de 2012). En Bolivia se consume un litro de vino por persona al año. Recuperado el 2 de Abril de 2020, de https://www.opinion.com.bo/articulo/economi%C2%ADa/bolivia-consume-litro-vino-persona-ano/20120316015200408616.html
Pett, S. (26 de 9 de 2018). ¿Nunca habían oído hablar del vino boliviano? Siempre hay una primera vez. New York Times. Recuperado el 2 de 4 de 2020, de https://www.nytimes.com/es/2018/09/26/espanol/vino-bolivia.html
RENTER, A. M. (25 de 5 de 2016). El día en que los vinos californianos ganaron por goleada a Francia. La Vanguardia. Recuperado el 2 de 4 de 2020, de https://www.lavanguardia.com/comer/20160519/401903253514/el-dia-que-el-mundo-del-vino-cambio-para-siempre.html
Roig, F. (2014). La vitivinicultura en los valles sudorientales de Los Andes en Bolivia durante la colonia española. Boletín N° 68 de la Sociedad de Estudios Geográficos e HIstóricos de Santa Cruz, 106.

Yacuiba se consolida en la producción de uva de mesa. (2018). Diario Mayor El Deber. Recuperado el 2 de Abril de 2020, de https://eldeber.com.bo/97048_yacuiba-se-consolida-en-la-produccion-de-uva-de-mesa


[1] Un paradigma es una verdad socialmente aceptada por determinado colectivo social, el mismo se rompe cuando esta verdad es reemplazada por uno nuevo paradigma, Ejemplo: La tierra es el centro del universo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario