El vino, es el fermento alcohólico más antiguo que
conoce la humanidad, data prácticamente desde nuestros orígenes como civilizaciín. En el
caso del vino de uva, uno de sus antecedentes más antiguos se remonta aproximadamente
unos 5000 años a.C. a los territorios de lo que hoy es Irán, en los yacimientos
arqueológicos de Hajji Firuz Tepe, donde se encontró una vieja vasija de barro
con residuos de vino en el fondo, como si se tratase de una milenaria capa
de pintura. Este hallazgo se sitúa geográficamente en los montes Zagros, y pone en
evidencia a las primeras vides cultivadas de Oriente Medio.
Sin embargo, actualmente
en varias partes de esta región del planeta, el consumo de alcohol puede ser
considerado ilegal y es un delito que se llega a pagar incluso con la cárcel.
Debido a esto la comercialización de bebidas espirituosas muchas veces la
realiza el mercado negro, situación que ha limitado y restringido de manera
considerable el florecimiento de la producción vitivinícola en la cuna de su
nacimiento.
Pasarían milenios hasta que el cultivo de la vid se
extendiera a los cuatro puntos cardinales del planeta. A pesar de que no hay un
consenso pleno entre los diferentes investigadores, se cree que la vid llega al
mediterráneo de la mano de los fenicios, unos 3000 años a.C.; Debido a varios
factores sociales y a pesar de su llegada tardía, el arte y la cultura del vino
ha prosperado de manera formidable en el mundo occidental, al punto de que este,
actualmente concentra la mayor parte la producción vitivinícola del globo.
El vino, es una bebida muy sencilla, consiste en
extraer el caldo de múltiples comestibles para luego dejar que las levaduras
naturales -diversos hongos microscópicos unicelulares, que son importantes por
su capacidad para realizar la fermentación-
procedan a convertir el azúcar natural en alcohol. Como en este caso en
particular me refiero al vino de uva, su caldo -también denominado mosto-
pasa de ser un simple jugo a una bebida fermentada, que puede oscilar como
promedio un 12% de volumen alcohólico; Esto varía según el clima, la región, la
altitud del viñedo, la cantidad de luz,
el tipo de uva y por supuesto el grado de madurez de la fruta al momento
de cosechar la vid. En la actualidad, gracias a varias inventivas de nuestro
tiempo, los enólogos han elevado la vitivinicultura a los más altos estándares
de la técnica, la ciencia y el arte por supuesto.
Un buen vino es la culminación de una obra de arte
por parte del enólogo, este ha incorporado todo un bagaje de conocimientos para
elaborar lo que en el lenguaje vitivinícola se suele llamar un vino redondo,
quiere decir que todos sus elementos tienden a estar en equilibrio; por así
decirlo, apunta a la construcción arquitectónica de una melodía, donde todas las
notas se encuentren en armonía.
Un vino demasiado amaderado, esta desbalancedo,
ya que la protagonista es la uva, que por cierto se manifiesta mediante matices
múltiples, sutiles y elegantes. Por otra parte un vino demasiado frutoso, que
carece de las importantes notas que le incorpora la madera durante la guarda,
se le considera un vino inconcluso o joven, es decir de consumo inmediato. Ni
que decir de los aromas, el cuerpo, el color, el tipo de tapón y la
presentación que forman parte inalienable de la melodía a la que hago
referencia.
Texto: Romano Paz
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