En la
actualidad se ha vuelto recurrente y común escuchar hablar sobre catas y
maridajes en diferentes círculos sociales; sin embargo, pocas personas se
detienen un momento para meditar sobre el significado de cada uno de estos
términos, así que en la presente columna indagaremos un poco sobre estas
hermosas palabras que inexorablemente implican experiencia sensoriales.
En el caso
de la cata no es un término que sea de uso exclusivo del mundo del vino; por
ejemplo, una acepción gastronómica nos dice que es la degustación de un
alimento o bebida, a afecto de poder apreciar las características de sus
diferentes matices en cuanto a textura, aromas y sabores. En la misma onda, el
diccionario del vino nos indica que cata es la acción de valorar un vino por
medio de los sentidos de forma técnica, analítica y objetiva, no debe ser
confundida con la degustación, en la que intervienen elementos más subjetivos,
y no se procede de manera sistemática.
En el mismo
plano, el maridaje es definido de forma general como “un enlace armónico entre
dos o más cosas, que se corresponden entre sí”. Para la gastronomía, vendría a
ser la adecuada combinación del vino con la comida, de tal manera que éstos se
complementen para aumentar el deleite y la experiencia sensorial de los comensales.
Desde mi
punto de vista, que por cierto es inverso al orden anteriormente expuesto,
consiste en acompañar adecuadamente y de forma equilibrada las notas
organolépticas de un vino con un alimento, de tal manera que si se trata de
catar un vino suave, el maridaje debe ser ensamblado con alimentos que sean
poco invasivos al paladar, es decir, que sus aromas y sabores sean ligeros o
volátiles.
Bajo
esta lógica es que se tiende a maridar los vinos blancos con frutas frescas
(semicítricas preferentemente) y carnes blancas (esto no es una regla general),
como el pollo y el pescado, ensamblaje que varía en función de los tipos de
salsa y guarnición; lo propio sucede cuando tratamos de maridar vinos con notas
elegantes y delicadas, éstos bien pueden ser acompañados de platos a las finas
hierbas, chacinas, jamón crudo, frutos secos, etc.
En el caso de que se trate
de catar vinos potentes, de buen cuerpo y prolongado final, se tiende a maridar
con carnes asadas o de mucho sabor.
Sin embargo, nadie disfruta sensorialmente
de la misma manera, por lo que cada quien debe buscar el maridaje que considere
más idóneo para su vino, y el método que se recomienda es el de "prueba y error".
Texto: Romano Paz
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