Texto: elaboración propia
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De ello deriva el hecho que dos personas no puedan experimentar sensorialmente igual, por lo que resultan ejercicios bastante subjetivos apreciar una obra de arte, degustar un plato gourmet o valorar un vino.
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La fase inicial es visual y se trata de observar la viscosidad que se debe a la cantidad de azúcares naturales presentes en el vino, pues los caldos -sean blancos o tintos- producidos con uvas poco maduras dan como resultado vinos ligeros, siendo todo lo contrario cuando se ensamblan con uvas maduras o sobre maduras. Para el ejercicio debemos ubicarnos en un ambiente iluminado, servir el caldo en una copa trasparente tipo cata, buscar un fondo blanco y remover para observar -a mayor cuerpo el vino se torna espeso y le costará más deslizarse- si se forman o no en la paredes las lágrimas, piernas o perlas.
La fase segunda es táctil y en ella valoramos la textura del vino que ha de variar de acuerdo a los diferentes tipos de cepas utilizados y si el caldo ha pasado por madera influirá también la variedad de roble y la antigüedad de la barrica. En el ejercicio debemos percibir su textura con la sensación táctil de la boca, tal como lo haríamos al tocar algún cuerpo o superficie; si raspa se trata de un vino áspero, si es ligero podemos definirlo como aguado, si se perciben las grasas naturales se trata de uno graso o untuoso, si da la sensación de poderlo morder es carnoso, si acaricia el paladar es sedoso o aterciopelado, en fin, el lenguaje y la imaginación son el límite.
publicado en: http://www.gourmetravel.net/vinos/vino-su-cuerpo
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