Hace aproximadamente un año mi esposa se graduaba con honores del post grado en Dirección de Marketing que ofrece la hoy denominada Business School de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Se trataba de la culminación de prácticamente dos años en los que Dayliana debió sacrificar el poco tiempo que las arduas jornadas laborales le dejaban, baste decir que en ciertas ocasiones en que el docente provenía del extranjero, éste reclamaba la presencia de los post-graduantes en el aula durante el fin se semana.
Finalmente luego de concluida la ronda de preguntas, los miembros del tribunal de honor se reunieron a puertas cerradas en una especie de cónclave académico, por lo que luego de una tensa calma, nuevamente nos permitieron ingresar y procedieron a dar su fallo de carácter inapelable: Dayliana se acababa de graduarse con honores del Máster en Dirección de Marketing, por lo que correspondía celebra con una cena para dos y un vino que diera la talla.
Por paradójico que les parezca, no nos habíamos trasladado hasta Michelangelo por la oferta vitivinícola, tampoco por la agradable decoración ni por los suculentos manjares que son capaces de ensamblar, nos había llevado la candidez y el calor humano de todas las personas que hacen de las veladas en Michelangelo una experiencia vivencial, dicho esto déjenme que les relate un poco el desenlace de esa mágica noche.
La velada transcurrió de menara formidable, la entrada fue una cortesía de la casa que consistió en bastones de mozarela rebosados, acompañados con una salsa estilo napolitana, receta me imagino el chef guarda la receta celosamente, pues era de un gusto muy singular.
A continuación ordenamos los platos principales; Dayliana surubí al roquefort y quien redacta medallones de res a la pimienta al estilo inglés, para equilibrar y maximizar la experiencia sensorial decidimos maridar con vino chileno Carmenere, optamos por Marqués de Concha y Toro, ya que se trata de un magnifico caldo potente, rico en taninos, de mucho cuerpo y persistencia en boca, con notas a vainilla, frutos secos y especias. A manera de postre nos bebimos todas las estrellas del mismísimo firmamento en un par de copas que habían sido vertidas de un magnífico sparklin californiano, que por cierto también cortesía de la casa.
Las botellas de aquel suculento caldo se encontraban apiladas ordenadas y eran custodiadas por rarísimas botellas de grapa italiana y jamones curados al estilo Serrano que son producidos en la indómita Tarixa por la casa Ulloa.
Sin embargo, como nadie disfruta sensorialmente igual a otra persona, al querido lector no le queda otra que asistir y regocijarse personalmente en Michelangelo para hacer prueba y error y de esta manera dar por su propia cuenta con el maridaje que le resulte más placentero, eso sí, la experiencia vivencial de una velada magnífica, en pareja o en grupo, está garantizada.
Texto: Romano Paz
Texto: Romano Paz